El rotomoldeo, también conocido como moldeo rotacional, es un proceso de fabricación de piezas plásticas que permite obtener formas huecas de gran tamaño y geometría compleja sin necesidad de aplicar presión. A diferencia de otros métodos como la inyección o la extrusión, el rotomoldeo plástico utiliza el calor y el movimiento rotativo para distribuir el material fundido de manera uniforme dentro del molde, logrando piezas ligeras, resistentes y de pared homogénea.
Este proceso se basa en el uso de un molde hueco, normalmente de aluminio o acero, que se carga con una cantidad medida de material plástico en polvo (como polietileno). El molde se cierra herméticamente y se introduce en un horno, donde se somete a un calentamiento mientras gira simultáneamente en dos ejes perpendiculares. Este doble movimiento rotacional permite que el material se funda y se adhiera progresivamente a las paredes del molde. Una vez fundido y distribuido de manera uniforme, el conjunto se enfría controladamente antes de desmoldar la pieza terminada.
Una de las principales ventajas del moldeo rotacional de piezas grandes es la posibilidad de fabricar productos sin soldaduras ni uniones, con espesores consistentes y excelente resistencia al impacto. Además, permite incorporar insertos metálicos, zonas de refuerzo, o acabados superficiales específicos en una sola operación, lo que reduce el número de etapas posteriores al moldeo.
El rotomoldeo plástico se utiliza ampliamente en sectores como el agrícola, mobiliario urbano, automoción, náutica, construcción y tratamiento de aguas. Algunos ejemplos típicos son depósitos de almacenamiento, tanques para productos químicos, contenedores de residuos, mobiliario exterior, kayaks, juegos infantiles, y piezas técnicas de gran volumen. Su capacidad para producir series cortas de productos personalizados también lo convierte en una opción interesante para diseños a medida y productos de bajo volumen con alta durabilidad.
A nivel técnico, el rotomoldeo presenta una ventaja clave: es un proceso de fabricación sin presión de plásticos, lo que permite el uso de moldes más económicos y con menor desgaste. Sin embargo, los tiempos de ciclo son más largos que en procesos como la inyección, ya que el calentamiento, la rotación y el enfriamiento requieren control térmico preciso. Por ello, es más adecuado para producciones medianas o bajas, donde la versatilidad y el coste del molde compensan el tiempo de producción.
La calidad del producto final depende de varios factores: el tipo de polímero utilizado, la granulometría y fluidez del polvo, la temperatura del horno, la velocidad y duración de los ciclos de rotación, y el enfriamiento. Un control riguroso de estas variables garantiza una distribución uniforme del material, evita defectos como burbujas, deformaciones o zonas con poco espesor, y asegura la repetibilidad de las piezas.
En empresas como Plásticos Lezo, donde se dominan diversas tecnologías de transformación plástica, el conocimiento del rotomoldeo plástico permite asesorar a los clientes en proyectos donde la inyección no es viable por tamaño, geometría o volumen de producción. En combinación con otros procesos, el moldeo rotacional se convierte en una herramienta flexible para desarrollar soluciones funcionales, resistentes y optimizadas para diferentes sectores industriales.
En resumen, el rotomoldeo es un proceso eficiente y versátil que permite la fabricación sin presión de plásticos, ideal para piezas huecas, resistentes y de gran formato. Gracias al moldeo rotacional de piezas grandes, se pueden obtener productos personalizados, sin uniones, con alta resistencia y excelente acabado, lo que lo convierte en una técnica clave dentro del catálogo de soluciones de fabricación plástica.