El nylon es un polímero sintético perteneciente a la familia de las poliamidas, ampliamente valorado en la industria del plástico por sus excelentes propiedades técnicas. Fue desarrollado por primera vez en la década de 1930 y rápidamente se consolidó como uno de los materiales termoplásticos más versátiles y resistentes para aplicaciones industriales, especialmente en procesos de inyección.
Desde el punto de vista químico, el nylon se obtiene mediante un proceso de polimerización por condensación, en el que se combinan monómeros con grupos amida. Este tipo de estructura molecular proporciona al material una gran resistencia mecánica, buena estabilidad térmica y una notable resistencia al desgaste y a la abrasión, características que lo hacen idóneo para la fabricación de piezas técnicas y componentes sometidos a esfuerzos constantes.
En la industria de la inyección de plásticos, el nylon se emplea con frecuencia para producir piezas que deben soportar cargas, fricción o altas temperaturas. Ejemplos habituales incluyen engranajes, casquillos, cojinetes, soportes estructurales, conectores eléctricos, piezas para el sector automoción o industrial, entre otros. Su rigidez, tenacidad y resistencia a impactos, unidas a su bajo coeficiente de fricción, lo convierten en una solución eficiente para entornos de trabajo exigentes.
Los tipos de nylon más comunes en aplicaciones industriales son el PA6 y el PA66. El PA6, o poliamida 6, ofrece una mejor resistencia al impacto y una mayor facilidad de procesamiento. Es ideal para piezas que requieren una cierta flexibilidad y buena resistencia a la fatiga mecánica. El PA66, por su parte, presenta una mayor resistencia térmica y mayor rigidez, lo que lo hace más adecuado para componentes estructurales o con requerimientos de estabilidad dimensional bajo carga térmica.
Una de las particularidades del nylon es su naturaleza higroscópica, es decir, su capacidad para absorber humedad del entorno. Esta característica puede influir en las propiedades mecánicas y dimensionales del material, por lo que es fundamental un secado previo al proceso de inyección. En condiciones normales, el nylon debe ser secado a temperaturas específicas durante un tiempo determinado para asegurar un contenido de humedad óptimo. De lo contrario, se corre el riesgo de defectos en la pieza final, como burbujas, líneas de flujo débiles o pérdida de propiedades estructurales.
El nylon también puede ser modificado con refuerzos o aditivos para mejorar sus prestaciones. Una de las combinaciones más frecuentes es el nylon con fibra de vidrio, que incrementa de manera significativa la rigidez, la resistencia térmica y la estabilidad dimensional del producto final. También existen formulaciones con cargas minerales, lubricantes internos o estabilizantes UV, que permiten personalizar el material según las condiciones específicas de uso, como la exposición prolongada al sol, ambientes agresivos o requisitos eléctricos.
En términos de comportamiento químico, el nylon ofrece una buena resistencia frente a aceites, grasas y muchos disolventes, aunque puede verse afectado por ácidos fuertes. También presenta una buena resistencia a la fatiga por flexión y se comporta de forma estable en ciclos de carga repetitivos, lo que lo convierte en un material de confianza para aplicaciones de larga duración.
Además, el nylon destaca por su excelente capacidad de moldeado, permitiendo la fabricación de piezas complejas con alta precisión y tolerancias ajustadas. Esto lo hace especialmente competitivo tanto en series grandes como en tiradas medias para sectores que requieren calidad constante y tiempos de ciclo eficientes.
Por su equilibrio entre rendimiento, coste, y adaptabilidad, el nylon se ha consolidado como un termoplástico de referencia en múltiples sectores industriales. En el ámbito de la transformación por inyección, su presencia es constante y en evolución, con formulaciones cada vez más especializadas que responden a las nuevas exigencias del mercado.