El calandrado es un proceso de fabricación ampliamente utilizado en la transformación de materiales plásticos, que consiste en hacer pasar el material a través de una serie de rodillos calientes y ajustables con el fin de darle forma, espesor y acabado superficial específico. Aunque este método es más habitual en la industria de los materiales plásticos en lámina, también se aplica en la producción de films, recubrimientos y ciertos componentes técnicos, gracias a su capacidad para generar productos con tolerancias dimensionales precisas y superficies uniformes.
Este proceso se lleva a cabo utilizando una máquina denominada calandra, compuesta por al menos dos rodillos que giran en sentido opuesto y aplican presión y calor sobre el polímero fundido. En la práctica industrial, se pueden utilizar configuraciones más complejas de tres, cuatro o incluso cinco rodillos, dispuestos de forma vertical, inclinada o en forma de “L”, dependiendo del tipo de producto final que se desea obtener. El espesor del material se controla ajustando la distancia entre los rodillos, mientras que el acabado superficial puede modificarse variando la temperatura, la velocidad y el tratamiento de los rodillos.
Uno de los principales usos del calandrado en la industria del plástico es la fabricación de láminas y películas de PVC (policloruro de vinilo), que se emplean en sectores como la construcción, la automoción, la impresión, el embalaje o la fabricación de artículos promocionales. Gracias a la versatilidad del proceso, es posible obtener productos con distintos grados de flexibilidad, transparencia, color y textura, según las necesidades del cliente y el uso final del material.
Una de las ventajas más destacadas del calandrado es su capacidad para trabajar con grandes volúmenes de producción de manera continua, lo que lo convierte en una opción eficiente desde el punto de vista económico cuando se requiere fabricar materiales planos con características constantes. Además, permite incorporar aditivos durante el proceso, como estabilizantes, plastificantes, colorantes o retardantes de llama, mejorando las propiedades funcionales del producto final.
Sin embargo, el proceso de calandrado también presenta ciertos desafíos técnicos. Es fundamental controlar con precisión la temperatura y la presión de los rodillos, ya que variaciones mínimas pueden generar defectos como ondulaciones, burbujas o diferencias de espesor en la lámina. Asimismo, es esencial mantener una limpieza rigurosa de los rodillos para evitar imperfecciones en la superficie del material. Por estas razones, requiere operadores capacitados y equipos de alta calidad para garantizar resultados óptimos y repetitivos.
Aunque en Plásticos Lezo estamos especializados principalmente en la inyección de plásticos para la fabricación de piezas y componentes industriales, comprendemos perfectamente los procesos complementarios que forman parte de la cadena de valor de la transformación plástica. El calandrado representa una solución eficaz en los casos donde se necesita transformar polímeros en forma continua y con control dimensional estricto, especialmente en sectores que requieren láminas técnicas, films protectores o componentes con una alta exigencia estética.
El conocimiento de procesos como el calandrado también resulta útil en etapas de desarrollo de producto, ya que permite seleccionar materiales que hayan sido previamente calandrados como base para la transformación posterior mediante técnicas como el termoformado o el troquelado. Esto amplía las posibilidades de diseño y fabricación, ofreciendo soluciones adaptadas a diferentes industrias.
En definitiva, el calandrado es una tecnología consolidada dentro del sector del plástico, que destaca por su precisión, productividad y versatilidad. Su correcto uso permite obtener productos plásticos de alta calidad, adecuados para múltiples aplicaciones técnicas y comerciales, y es un proceso clave para empresas que buscan controlar tanto la forma como las propiedades superficiales de sus materiales.